dijous, 11 de setembre del 2008

Transcatalunya 2008, fallida...

Algunos meses de preparación, algún que otro eurillo invertido en material y muchas ganas, eso es lo que teníamos Mónica y yo antes de empezar esos cuatro días de travesía por las comarcas catalanas que nos tenían que llevar hasta la zona de los pirineos y volver por caminos. Digo nos tenían que llevar porque al final nos quedamos a medio camino...



Todo empezó el pasado 11 de setiembre, Diada de Catalunya, aprovechando el puente de 4 días y un tiempo aceptablemente bueno. Con el quad y la moto cargada hasta los topes, maletas laterales incluidas, con tienda de campaña, ropas, comidas y cosas varias que uno puede necesitar en una pequeña travesía, salimos temprano por la mañana con un claro objetivo, intentar llegar hasta igualada... cosa que no tenia yo muy clara pues, aunque pude haber sacado algo de tiempo, no pude explorar muy bien la zona y todos los caminos que me sabia eran aptos solo si vas descargado y preferiblemente con una moto que no pese 200 quilos...



El primer tramo fue bastante feo. Mucho camino bordeando campos agrícolas que no tenían mas interés que lo bonitos que son los viñedos en setiembre. Conforme íbamos subiendo hacia Igualada, cada vez el terreno se complicaba mas... y mas... y mas... hasta que en la tercera vez que tuve que levantar mas de 200 quilos del suelo, sudando como un gorrino y con la vena del cuello hinchada, decidimos coger un trozo de asfalto que nos facilitaría mucho la vida y cuyo enlace habíamos pasado pocos metros atrás. Realmente era la mejor solución, pues no íbamos muy sobrados de tiempo por el tipo de terreno que nos encontramos, un terreno bastante técnico y pedregoso, muy pedregoso, que nos hizo perder muchos minutos para hacer un quilometraje bastante escaso.



Por fin llegamos a Igualada, punto medio del tramo que teníamos intención de recorrer esa jornada. Ya era pasado medio día y acordamos que, en cuanto entráramos en la pista que nos tenia que llevar cerca del camping donde pasaríamos la noche, comeríamos algo. Siempre es mejor comer en un lado del camino que en el arcén de una calle de ciudad... si mas no el camino es mas tranquilo y hasta la comida sabe mejor!



Así pues, pasado el polígono que casi siempre tienes que atravesar para ir a buscar alguna pista, seguimos el track para encontrar un lugar donde comer. La pista era buenísima y mis preocupaciones de horarios se esfumaron al ver que llevábamos un ritmo que superaba al que yo había considerado al hacer mis cálculos. Anda! si nos hemos equivocado de desvío... bueno, aprovechemos para comer algo, este parece un buen sitio. Algo rápido: pan, queso y longaniza con una cola.



Después de reponer un poquito las fuerzas, con todo encima las monturas otra vez, y con Mónica esperando a que encienda la moto para seguir el camino, quito el caballete central y PAM. Se para la moto. Mas que pararse se queda sin corriente, nada, seca, tiesa, el contacto no responde. Lo primero que miro son los fusibles y, efectivamente, estaba quemado. Ningún problema, cojo los de recambio, lo sustituyo y le doy al contacto. PAM otra vez. Ostias... que pasa? Yo ya estaba buscando el martillo para darle haber si solucionaba algo cuando Mónica, mas sensata, llamó a Aprilia para que nos dieran el numero de algún concesionario para preguntar que podría ser.



Con el numero de varios concesionarios empecé a hacer llamadas que no me llevaron a ningún sitio pues era mediodía y seguro estaba todo cerrado. Así pues pasé al plan b, el del martillo. Casi iba ya a cogerlo cuando recordé que tenia mi navaja suiza en el bolsillo (gracias Feno por traérmela desde Suiza) y me lié a cortar un cacho de cable de una instalación para la toma de 12V que le instalé hace un tiempo. Y diréis... para que? pues primero quería comprobar que ahí no estuviera el problema, y una vez comprobado, con mi último fusible sano, me fabriqué un fusible casero (cosa nada recomendable pues puedes fundir el sistema eléctrico de la moto) pero en este caso funcionó. La moto arrancó. No comprendí muy bien porque, pero ahora lo sé, después de reparar la avería en el taller y que me mostraran el cable que estaba dañado. El cable en cuestión pilló tal recalentada por un cruce que habia que estaba requemado. Imagino que entre que quemé el último fusible y puse el mío casero pasó suficiente tiempo como para dejar enfriar el circuito y aguantó. De todas formas fue mas suerte que conocimientos técnicos de cualquier tipo.



Con la moto en marcha seguimos el camino pues estábamos ya lejos para regresar en lo que quedaba de día y relativamente cerca del camping. Aún así, en la primera gasolinera que encontramos compré fusibles nuevos y los sustituí.



Ya registrados en el camping, un camping muy pequeño que por suerte tenia UNA plaza libre, montamos la tienda y empezamos a recoger trastos y resguardarlos de unas nubes negras con relámpagos que se acercaban... La previsión del tiempo ya nos advirtió de este frente, pero seria solo esa noche, con lo que nos despertamos al día siguiente con un buen sol y un terreno menos polvoriento.



Después de una buena ducha, esa noche tocaba arroz al fungi de sobre para cenar. Oye! y ni tan mal! Al menos estaba calentito, que ya apetecía con la de agua que caía fuera... y es que hay pocas situaciones tan relajantes como oír el agua repicar sobre la tienda mientras intentas coger el sueño acurrucado en el saco de dormir... aunque hay personas que opinan lo contrario...

Nos vestimos, medio recogemos todo y desayunamos mientras comentamos el día anterior y lo que haríamos en este cuando se me ocurre mirar la hora... Madre mía! casi las 10 y media! y la tienda por desmontar! en un tiempo récord desmontamos y seguimos la marcha.

Teníamos ante nosotros el Pantà d'Oliana. Precioso. Cogimos una carreterita estrecha que nos llevó a bordear casi el pantano entero y alguno que otro tramo de pista de los alrededores. Que vistas...

En este tramo el track empezó a hacer el tonto. Caminos de cabras y zonas que no podíamos atravesar a causa de las señales. Decidimos pues seguir la carretera estrecha hasta mas adelante, donde retomaríamos el track. Y vaya si lo retomábamos, pero después de subir una pendiente desecha por las lluvias y con unas zanjas considerables. Mónica se adelantó para explorar con el quad que escaló de manera admirable esa pendiente y sin despeinarse. Yo, cargado como iba, preferí mirar desde abajo si el camino seguía o era otro tramo de cabras y tendríamos que seguir por asfalto un trozo mas. Desde lo alto de la subida Mónica me hizo una señal, el camino seguía y, al parecer, el gps decía que era por ahí. Nada pues, para arriba... o... para dentro de una zanja... si es que ya dicen que si intentas no meterte por un sitio pero la moto le apetece meterse... ella manda... venga pues, los dos al suelo y la moto metida en la zanja con una pendiente no despreciable.



Lo bueno es que con el agujero que quedo después de intentar sacar la moto de ahí se aguantaba sola, sin caballete ni nada, lo malo es que el fusible volvió a petar, y esta vez no hubo nada que hacer. Otra vez fue Mónica la que me enseñó el teléfono y me dijo que llamara a la grúa al ver que yo estaba a punto de intentar razonar con mi moto explicándole que tenia que encenderse y pidiéndole explicaciones de la avería... en fin...







Llamar a la grúa fue la única solución que pudimos encontrar después de quemar todos los fusibles que tenia de repuesto y agotar todas las soluciones tipo MacGyver que se me ocurrieron, pero primero debíamos sacar la moto de la zanja, bajarla de la rampa y llegar a alguna carretera que tuviera "nombre" y apareciera en los mapas...

Para sacar la moto del berenjenal en el que estaba teníamos que descargarla completamente y lo pusimos todo encima del quad a modo de quad-patera.



La verdad es que quedaba muy aventurero con tantos trastos atados. Una vez hubo adelgazado algunos quilos, Mónica sugirió tumbar la moto y arrastrarla para sacarla de ahí... Las dos primeras ideas que tubo, la de llamar a asistencia de Aprilia y, después, a la grúa fueron geniales, de verdad, pero esta última era una medida que no entraba en mis planes... Imagino que lo leyó en mi cara cuando lo propuso porque no lo sugirió mas ni insistió en el asunto... Solo había una posibilidad, levantarla a peso. Me quité la coraza, la chaqueta, los pantalones... bueno, los pantalones no, y me puse los guantes, agarré la moto por el soporte de las maletas y con la imagen en mi mente de la idea que propuso Mónica, la de arrastrar la moto, empecé a levantarla y entre los dos la sacamos de ahí. Como pesa la burra... aunque para burro yo!

La bajada tampoco fue ningún camino de rosas pues tuvimos que hacerlo marcha atrás y no es tarea fácil. Una vez abajo Mònica me ofreció un zumo que agradecí mucho, aunque no lo mostrara por mi cara de decepción por lo sucedido. Solo quedaba remolcar la moto con el quad con una cincha hasta la carretera y a espera a la grúa que nos llevaría hasta casa, destino que no tendríamos que haber alcanzado hasta dentro de dos días...



De todas formas nada nos impidió llegar al día siguiente a Sant Joan de l'Erm para acampar una noche, eso si, en coche...



Por cierto, despues de perseguir a la ardilla por el camino durante varios minutos pude pillarla y hacerle la foto!