Con los depósitos llenos y un buen desayuno entre pecho y espalda empezamos la ascensión hacia el Port de la Bonaigua, sobrepasando ligeramente los 2000m en su punto mas alto, para cruzar Vielha y despedirnos, por un día, de nuestras tierras catalanas.
El puerto escogido para entrar en Francia fué el Port du Portillon, que por proximidad y por el destino que teniamos planeado visitar era la opción mas óptima, pues nos quedaban muchos quilómetros por delante y muchos puertos de alta montaña que coronar.
Aún así nos dió tiempo de comer un creppe en un puesto junto a la carretera, donde también compramos algo de miel. Como anécdota curiosa, el tendero, con un acento frances que no se podía disimular, se nos quejó que solo comieramos 1 crep por persona, cuando tenia una gran oferta de 12 crepes a un muy buen precio (la verdad es que los crepes eran de dimensiones ajustadas, pero su precio también, solo 50 centimos!). La gente siempre come 12, solo los españoles comeis 1 por persona gritaba el buen hombre, todo un personaje. De esas personas que siempre esperas encontrarte en una ruta para que te haga desconectar un poco del recorrido marcado.
Despues de repasar un poco la ruta sobre el mapa y cerciorarnos que estabamos en el buen camino, seguimos cabalcando rumbo al puerto estrella de nuestra ruta, el Tourmalet.
Poco a poco, o no tan lentamente en algunos tramos, ibamos subiendo y subiendo y adentrandonos mas y mas en el Parc National des Pyrénées, donde el ganado pastaba, ams o menos, libremente por medio de la carretera, cosa que te obligaba a estar bastante atento no fuera que en alguna curba un par de cabras hubieran decidido tumbarse a descansar a la sombra de un pequeño muro...
Puerto de montaña coronamos bastantes, pero en el que mas tiempo pasamos fué en el Col d'Aspin.
Hubiera sido divertido ver como el propiestario de este vehiculo accedia a el... menuda "cabronada"...
Pau es un gran amante de los animales...
Despues de rodar sobre carreteras de alta montaña durante unas 2 horas por fin llegamos al Col du Tourmalet, 42°54′29″N 0°08′46″E, donde muchísimos ciclistas durante el trayecto nos hacían recordar que estabamos pisando uno de los recorridos mas emblematicos del Tour de Francia. Pintadas de animo en el asfalto nos acompañaron hasta llegar a los 2115m de altura que alcanza este puerto, donde hay una escultura rodeada de mas ciclistas que no permite hacer oblidar a quien la visita lo que significa estar en este terreno, cercano al Pic du Midi de Bigorre (2877m) que no pudimos visitar por estar cerrado a los vehículos a motor. Obviamente no ibamos a subir a pie... temas de horario, claro... La verdad es que nos dio un pelín de rabia pues las vistas de los alrededores a tal altitud deben ser espectaculares. Queda pendiente pues!
Vaya, ¿que es eso que sube por la ladera de la montaña? si, será mejor que emprendamos la marcha otra vez porque se acerca niebla. Rapidamente y casi sin darnos cuenta ya la teniamos encima. suerte que empezabamos a descender y ella queria ascender... en algun momento seguro que la dejariamos atras.
Ciertamente lo que mas molesta de la niebla no es el no ver, sino el que se te empapen las gafas de humedad y veas aún menos. Aquí cada uno tiene su técnica... o ir pasandole el guante cada 500 metros o quitartelas y poner cara de chino comiendo limones. Cualquiera de las dos son fatal...
Unos cientos de quilómetros antes de donde teniamos pensado acampar, no recuerdo si cerca de Angelès-Gazost o de Laruns... creo que Laruns, si, definitivamente Laruns, cogimos un devío, bien, cogí un desvio y todos me siguieron hacia, supuestamente el Portalet d’Aneu, y que se convirtió por un error de navegación, en uno de los tramos mas pintoresco y entretenidos del viaje.
Cruzamos un rebaño de ovejas, pisamos tierra, caminos de gravilla, coimos al lado de una presa que creaba un precioso lago... pero desafortunadamente no tenia salida.
De echo no fué muy grabe pues solo eran unos 10 minutos hasta volver al camino correcto pero... cual era el camino correcto? no os fiéis nunca ciegamente del gps y en caso de duda preguntar a los autóctonos de la zona, si y cuando encontréis alguno...! En nuestro caso unos excursionistas nos dieron varias indicaciones (en francés, claro está) con las que pudimos volver a coger la carretera correcta en tan solo unos cientos de metros, en una bifurcación en el pueblo próximo.
Mira tu que bien, ahora llueve... pero nada, cuatro gotas mal contadas que solo sirvieron para tener que reducir la velocidad a causa del asfalto mojado...
El Portalet d’Aneu (1794m), tocando al pic d’Aneu de 2364m, nos anunciaba que solo nos quedaban poco mas de 60 quilómetros hasta Bujaruelo, donde acampariamos la última noche. Antes de llegar al camping nos esperaba una grata sorpresa... 3 quilómetros de pistas abiertas a la circulación rodada por el Parque Natural de Ordesa y el Monte Perdido. Precioso... un lujo a día de hoy encontrar un camping en tal situación.
Registro echo, mugre lavada y tienda montada! Que queda? La cena! y luego una partidita de poker, en la que desplumé varias veces a mis débiles adversarios, con un ColaCao calentito por copa y una banda sonora muy castiza, a ritmo de copla, de fondo.
Hasta ahora habiamos sorteado bien el tema de la llubia. Aunque amenazante nos siguió hasta el último quilómetro pero en Bujaruelo no nos dio tregua y descargó a gusto buena parte de la noche. Esta última parte me la han contado porque ni me enteré que siguió lloviendo una vez cogido el sueño...
9 de la mañana, a recoger y desayunar! Bocadillo de lomo con queso con 70 céntimos de suplemento por el pan con tomate... en Catalunya lo damos gratis...eh? pero oye! un detalle que lo tuvieran en la carta (aunque nosotros lo refregamos, no lo rallamos y se lo echamos por encima!). Muy bueno el lomo, eso si!
Después de despedirnos de los dueños, tristemente empezamos a volver a casa... y mas tristemente por unas carreteras con infinitas rectas... muchas rectas... demasiadas rectas... tantas rectas que me empezaba a salir espuma de la boca y urticaria... total, que paramos a revisar el mapa y buscar una de esas carreteras con muchas letras y muchos números, normalmente dibujadas con trazos finos para proseguir el camino, y hacerlo mucho mas ameno, hacia nuestro punto de origen 3 o 4 días antes.
Última parada para comer algo en Guimerà, donde Pau aprovechará para quitar el último tornillo que le quedaba a su cubre carter (los otros los ha perdido por las vibraciones...) y transpirenaica concluida!
Por cierto, os he contado lo que le ocurrió al intermitente de la Yamaha de Pau pocos quilómetros después de salir, el primer día? Miradlo vosotros mismos!
Solo queda lo peor, asumir que mañana toca trabajar...