dimarts, 8 d’abril del 2008

Plantación de árboles en Clares (Guadalajara): El regreso a casa.

(Primera parte de la crónica aquí)
(Segunda parte de la crónica aquí)

Ya estamos a domingo y esto se acaba. Lo bueno no dura siempre y, muy a mi pesar, tendré que empezar el camino de vuelta.

Como era habitual, a las 7 de la mañana ya estábamos, la habitación tejón, en pie. Otra noche de calor por culpa del suelo radiante… De todas formas teníamos pensado levantarnos pronto para ir a repostar antes del desayuno.

Con el fresquito mañanero de la zona fuimos hasta Maranchón a por gasolina, lo que no sabíamos es que el gasolinero (o persona que te echa la gasolina) no tendría ganas de trabajar ese domingo. La estación estaba en autoservicio aunque, por horario, debería haber alguien. Afortunadamente el bar de en frente acababa de abrir y pudimos tomar algo calentito y un primer desayuno. Mientras estábamos comiendo y charlando vimos aparecer al hombre que se encargaba de la gasolinera, y pensamos: salvados!, pues en autoservicio solo acepta tarjetas y alguno de nosotros no llevaba en ese momento. Aún así, el hombre no tubo ganas de trabajar y se fue a tomar un café… Todo un personaje…

Solucionado el tema de la gasolina (nos prestamos las tarjetas para poder pagar), fuimos al albergue a desayunar (por segunda vez ese día) y para cargar las maletas en las motos. Después de despedirnos y desear buen viaje a todo el mundo empezamos el camino de regreso a casa.

Aunque daba un poco más de vuelta, quise acompañar a Fran, Calhymerito y Leo en su exploratoria por el Alto Tajo. La zona bien merecía llegar dos horas mas tarde a casa…





La pista era muy ancha y trascurría siguiendo el Tajo en dirección a su nacimiento.



Estaba todo muy preparado para que no tuvieras problemas para llegar a los puntos de especial interés e incluso se podía acceder en coche. Eso si, los quads lo tenían prohibido.



Poco a poco íbamos avanzando por la pista parando bastante para hacer fotos. Estábamos en pleno parque natural y todo era precioso.



Incluso algun buitre nos honró con su presencia…



Un poquito mas adelante encontramos un viejo puente que cruzaba el rio, ahora en desuso. La verdad es que era muy llamativo e, incluso, Calhymerito se planteo bajar hasta él. Yo no lo veía claro, ni yo ni ninguno de nosotros tres, pero el sí… finalmente, supongo que por ver nuestras caras de preocupación, decidió no hacer el cabra…



…pero no pudo resistir la tentación de subirse a lo alto de un acantilado y sentarse en su borde…



El rio era omnipresente en nuestra ruta y nos ofrecía detalles como estos, aunque un poco bajos de caudal, según cuentan…



Al cabo de un rato ya hicimos la última parada que aprovechamos para despedirnos como dios manda, puesto que la pista acababa en un punto de la carretera donde se separaban nuestros caminos.







Poco después de despedirnos de Calhymerito y Leo, nos despedimos Fran y yo. Aquí volvía a estar solo, con muchas horas de viaje por delante.



Aprovechando que pasaba por Molina de Aragón me cogí unos bocadillos para el viaje y un par de bebidas (sin alcohol, claro) y poco a poco hasta casa. La aventura había concluido, pero el recuerdo seguirá vivo por mucho tiempo.

Que grandes sois gente!


3 comentaris:

Laie ha dit...

Doncs ara només et falta tenir un fill, no? Perquè lo d'escriure un llibre, avui en dia, crec que ho podries justificar amb aquest blog, i dels arbres ja...

Anònim ha dit...

hello


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Unknown ha dit...

Welcome "anònim"!